Más allá de la noche que me cubre

negra como el abismo insondable,

doy gracias a los dioses que pudieran existir

por mi alma invicta.

En las azarosas garras de las circunstancias

nunca me he lamentado ni he pestañeado.

Sometido a los golpes del destino

mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas

donde yace el Horror de la Sombra,

la amenaza de los años

me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el portal,

cuán cargada de castigos la sentencia,

soy el amo de mi destino:

soy el capitán de mi alma.

Invictus. William Ernest Henley (1875)



Admitámoslo, nuestro cerebro es un troll. El Doctor Jacob Levy Moreno decía que dentro de nuestro cerebro no somos uno, somos un grupo; Un grupo de voces que se alternan en hablar, tomar decisiones, interpretar lo que nos rodea, estar al mando… dependiendo de la situación en la que nos encontremos.

En ocasiones, esas voces nos ayudan dando ánimos, quitando importancia a algunas cosas, con una interpretación amable de la vida, validando sentimientos y emociones, pero, en otras, se convierten en un auténtico troll de la peor especie. ¿Quien no ha pensado alguna vez «debería poder con esto»? o «tengo que ser capaz de…», «todos son…», «No puedo aguantar más», «seguro que piensan que…», «voy a hacer el ridículo», «sabía que la cagaría»… Que cada uno añada sus propias frases.



Ya está disponible el último número de la Revista de Psicología Clínica Contemporánea, para el diagnostico psicológico, psicoterapia y salud.

En esta ocasión es un monográfico sobre Intervención Infanto-Juvenil. La revista aquí.

 

En palabras de la propia revista:

«Clínica Contemporánea es una revista del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid en formato exclusivamente electrónico, que pretende abrir un nuevo marco de expresión y divulgación de nuestro hacer profesional, donde poder compartir nuestra práctica clínica y terapéutica, y la teoría que la sustenta. Por ello, la revista tendrá acceso libre para el público.


«El cerebro no busca la verdad, busca sobrevivir…»

Será por eso que a lo largo de la vida vamos cargando nuestra mochila (o las gafas del guión como dirían Eric Berne y Claude Steiner) con cosas que, en un momento nos fueron útiles. El problema es que no sabemos desprendernos de lo que nos sirvió pero aquí y ahora nos hace daño.

Ese, creo firmemente, es el trabajo que se ha de ejercer en Psicoterapia. Acompañar y ayudar a nuestros pacientes a que puedan elegir que quieren hacer aquí y ahora y no sean esclavos de conductas dañinas para sí.



La eyaculación retardada consiste en la dificultad para alcanzar el orgasmo y la eyaculación a pesar de que existe suficiente estimulación del pene. La eyaculación retardada necesita que previamente al inicio de la terapia, un Andrólogo haya descartado cualquier base fisiológica del problema.

Ya sea por distracción o por control excesivo, el hombre es incapaz de dejarse llevar por la estimulación y la excitación creciente que conduce naturalmente al orgasmo. El hombre no es capaz de dejarse llevar y disfrutar de las sensaciones sensuales y sexuales que surgen de los genitales y llega a convertirse incluso en un observador de sí mismo en lugar de dejarse llevar.



El cuerpo humano está perfectamente preparado para el coito, de hecho, el proceso de eyaculación es un reflejo sobre el que no tenemos control. La eyaculación precoz es una disfunción que tiene sus raíces en la ansiedad, que corta la respuesta eréctil y causa una eyaculación precipitada.

En la inmensa mayoría de los casos, la eyaculación precoz tiene en su base la preocupación del hombre por “aguantar”, por “dar placer a mi pareja”. Son hombres preocupados por su responsabilidad en el disfrute de su pareja y por que esta alcance el orgasmo, y que, al no conseguir esta meta se frustran afectando a su autoestima. Antes, durante y después del coito aparecen pensamientos típicos de “me va a pasar otra vez” ,“a ver si esta vez aguanto” “soy un fracaso” , o similares, produciéndose un círculo vicioso del que es muy difícil liberarse. Incluso cualquier gesto, comentario o indicio por parte de la pareja de desagrado, incomodidad o reproche, se clava en su autoestima como un puñal.


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