Que estrés de estrés…

16 agosto 2013 por Serenamente
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Cuando hablamos de ansiedad, hay tres conceptos que a menudo se confunden, son  Arousal (activación), estrés y ansiedad.

Arousal es el nivel de activación que necesitamos para llevar a cabo las actividades de nuestra vida diaria, pero cuando enfrentamos una situación que nos requiere un plus añadido de activación, aparece el estrés. En el momento en que el estrés aparece de forma continuada en el tiempo, ya hablamos de una respuesta de ansiedad.

Pero, el estrés ¿es bueno o es malo? Pues ni bueno ni malo, el estrés es adaptativo. La respuesta de estrés aparece en momentos en que es necesario un plus de activación para nuestra supervivencia, pero este plus nos puede ayudar (eustrés) o fastidiar (distrés).

Estrés, ansiedad, ataque de pánico
¡Ay que me da!

Un ejemplo sencillo:  en una reunión de vecinos, cuando se pide un voluntario para ser presidente de la comunidad, el eustrés seria el que nos hace confundirnos con el entorno y el distrés el que hace que nos ofrezcamos aunque no nos apetezca nada en absoluto (doy por hecho desde mi propia experiencia que nadie disfruta siendo presidente de la comunidad de vecinos).

El subidón de estrés que notamos en estas situaciones se produce AL MISMO TIEMPO en las tres áreas de funcionamiento de la persona, lo cognitivo (lo que pienso), lo conductual (lo que hago) y lo fisiológico (lo que siento en mi cuerpo).

Para ilustrar esto, a mis pacientes les pido en la consulta que piensen en algo secreto, algo que no le contarían nunca a nadie. Cuando lo tienen en mente, les digo que vamos a salir a la sala de espera y se lo van a contar a la gente que allí se encuentra (obviamente no lo hacemos). Este sencillo ejercicio les sirve para descubrir como se ha activado de golpe la respuesta de estrés disparando lo fisiológico (mariposas en el estomago, sudoración, taquicardia, enrojecimiento facial…), lo conductual (decir no con la cabeza, quedarse muy quietos, cruzar brazos y piernas, retirar el cuerpo….) y lo cognitivo (bloqueo mental o pensamientos del tipo «que va, que va», «ni de coña», «pero que dice este tío»…)

No puedo más
No puedo más

Todos necesitamos un nivel mínimo de activación (por debajo del cual no rendimos adecuadamente), pero también hay un nivel máximo por encima del cual se dispara la respuesta de estrés y entre estos dos niveles, mínimo y máximo, hay una línea base de activación.

Esta línea base es algo similar al ralentí de un coche, algunos coches tienen el ralentí mas alto y necesitan poco para acelerarse y otros tienen el ralentí mas bajo y necesitan muuuucho para arrancar.

Pues bien, partimos de esa línea base, y de repente aparece algún estimulo. Un estimulo puede ser algo que se capte a través de los sentidos (un coche que viene disparado), una interpretación de lo que capten los sentidos (cuando hable, alguien no me oye y yo creo que no me quiere escuchar), un recuerdo o algo que tengo en la «trastienda»/inconsciente y de lo que yo no soy consciente.

Ese estimulo, dispara en decimas de segundo la respuesta de estrés (fisiológico, cognitivo y conductual), esto se llama fase de alarma. A continuación llega la fase de adaptación, más duradera en el tiempo, y en la que el cuerpo intenta adaptarse a la fuente del estrés, para terminar con la fase de agotamiento, en la que el cuerpo se rinde y el nivel de activación vuelve a la línea base.

En la fase de adaptación, la activación ha bajado con respecto a la fase de alarma, lo justo para que tengamos una cierta sensación de relajación, pero todavía estamos activados, si en ese momento aparece otro estimulo, la fase de alarma de este nuevo estimulo se suma al nivel de activación que tenemos en ese momento, si aparece un tercer estimulo, también se suma… pudiendo llegar a rebasar mi límite superior de activación. ¿Fácil verdad?

De esta forma, la respuesta de estrés se puede dar por un estimulo normal cuando mi línea base (ralentí) está muy alta, por un estimulo muy intenso o por acumulación de estímulos y, si esto se da de forma continuada en el tiempo, aparece la respuesta de ansiedad.

Es importante saber que las tres fases, alarma, adaptación y agotamiento, se van a dar SIEMPRE. Es una respuesta de nuestro organismo que sigue siempre ese patrón, pero ¿qué hacemos todos ante una fuente de estrés? Tendemos a evitarla cuando lo mejor sería no hacerlo.

Un ejemplo simple, supongamos que el paciente X tiene miedo a los globos de color verde, la mera presencia o hablar de globos verdes desata la respuesta de ansiedad, la simple posibilidad de que pueda aparecer un globo verde le supera. Para más INRI, el señor X trabaja en un parque de atracciones y su relación con los globos verdes le puede causar problemas serios. ¿Qué hace en esas situaciones?, huye despavorido y al cabo de un rato cuando alcanza la fase de agotamiento se siente bien, reforzando la idea de globo verde=malestar, huida=bienestar favoreciendo un trastorno de ansiedad en relación a los globos verdes.

Un amenazador globo verde.
Un amenazador globo verde.

Creo necesario advertir que no hay ningún estudio serio que afirme la peligrosidad de los globos verdes, los amigos de X también se lo han dicho, los periódicos no hablan de noticias sobre globos verdes asesinos, pero todo eso a nuestro paciente no le tranquiliza, sigue mirando a los globos verdes con sospecha, suspicacia y desconfianza.

Recordemos que la huida se da en la fase de adaptación, antes de llegar a la fase de agotamiento, pero recordemos que las tres fases se dan siempre, así que si nuestro paciente X decidiera no huir, la fase de agotamiento llegaría en presencia del malvado globo verde, descubriendo así nuestro señor X que puede sentirse bien en presencia de un globo verde, comenzando a romperse de esta forma la respuesta de ansiedad frente a los globos verdes.

Así que resumiendo, no huyas de tus globos verdes, y si tú solo/a no puedes, busca algún profesional de tu confianza que te pueda ayudar.

 Otro día hablaremos del Burnout o “Síndrome del quemado”, un tipo especial de ansiedad.

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